lunes, 21 de marzo de 2016

HISTORIA DE LA ESCUELA INDIGENAL DE WARISATA (1931 – 1940)


Lunes, 26 de noviembre de 2012
 Introducción

 La cuestión es la reconstitución del pensamiento filosófico productivo educativo de la Escuela Ayllu, bajo los principios de complementariedad y reciprocidad con la comunidad y la naturaleza. Las preguntas del problema son: ¿Si existe una tradición del ocultamiento del aprendizaje productivo por las políticas educativas, las bases filosóficas de la Escuela Ayllu no están visibilizadas actualmente? ¿El aprendizaje productivo de la Escuela Ayllu se manifestará como opción para el país?

Existe el ocultamiento de muchas experiencias entre ellas la práctica pedagógica de la Escuela Ayllu, una educación que favorezca a las mayorías nacionales, es decir, el Estado Boliviano fundado en 1825, ha seguido las líneas educativas implantadas en el coloniaje. Un modelo educativo para grupos privilegiados por la corte de España en América.

Ya en la República, el modelo educativo se ha profundizado llegando a un estado calamitoso y egoísta incluso con la Reforma Educativa de 1994, porque nos impusieron una educación que respondía a los intereses de las empresas trasnacionales e ideologías imperialistas, por ejemplo, el empleo en las aulas las estructuras de las “competencias” cognitivas, que construyen solamente el conocimiento ideal del individuo y se olvidan de las prácticas en sí de la ciencia, tecnología y la técnica.
No se habla de talleres, de industrias ni mucho menos de trabajo socializado productivo, como sobrevive en las comunidades indígenas originarias.
El aprendizaje productivo
Sin duda es una opción para el país, a través de la reconstitución del pensamiento filosófico productivo educativa de la Escuela Ayllu de Warisata, porque si no retomamos las huellas productivas del pasado aymara -quichua, de otras nacionalidades indígena- originarias y la experiencia de Warisata, estaremos al borde del colapso económico y al filo de la culminación como cultura y como país.

 La Escuela Ayllu de Warisata es un hito de resistencia educativa en la historia de ideas pedagógicas en Bolivia porque ha iniciado y desarrollado la educación productiva-comunitaria. La experiencia del aprendizaje productivo de la Escuela Ayllu en Bolivia, tuvo su expresión más alta en los años 1931 hasta 1940, donde se ha ejercitado el trabajo ligado no solamente a la economía sino esencialmente a la sabiduría aymara - quichua.

El aprendizaje productivo Consistía en:

Construir el aprendizaje fructífero en la producción de los alimentos, las vestimentas y el funcionamiento de las famosas “industrias warisateñas”, talleres de telares para alfombras, carpintería para muebles, fabricación de tejas, etc. Toda esa experiencia pedagógica fue primero calumniada, saqueada y luego ocultada. La calumnia consistió en acusar a la Escuela Ayllu de “comunista” y de “explotador del indio”. El saqueo consistió en la destrucción total de los talleres.
En fin, fue ocultada la experiencia pedagógica de la Escuela Ayllu para beneficio de la clase élite gobernante y el mantenimiento de millones de personas de la clase popular indígena en la ignorancia y la pobreza.

Por eso, la resistencia educativa de la Escuela Ayllu tiene mucha importancia actualmente, ya sea como respuesta ideológica y la concientización a través de la educación para la liberación no sólo de las ataduras o miedos de pueblos oprimidos y esclavizados, sino esencialmente la reconstitución del amor al trabajo socializado y la producción comunitaria.
La responsabilidad productiva tiene raíces en los pensamientos y las prácticas profundas de la cultura andina a través de las ayudas recíprocas consientes como el Ayni, Minka y otros. Por ejemplo, el Ayni, “su ser y esencia está en el principio de reciprocidad y complementariedad. El Ayni es una síntesis de diversidad y unidad, de libertad y necesidad en vivir comunidad, por eso es particularidad y totalidad.

Es una relacionalidad que recupera la tercera opción lógica, el elemento incluyente como característica fundamental del pensamiento andino” [ii]. Estas sabidurías han permitido la transmisión de labores comunitarias en generaciones a través de la educación por el ejemplo. Así, existe en el país un accionar ético - moral como responsabilidad productiva en las sabidurías andinas.
En Warisata, los gestores en complementariedad son la educación pragmática y activista de Elizardo Pérez, orientado por una estructura lógica del monismo, como se basa el pensamiento griego - europeo, es decir, bajo el modelo individual. Y el aprendizaje comunitario de Avelino Siñani que en su estructura lógica de conocimiento establece “nosotros primero y después el yo”.

Dichas formas de vida en complementariedad ha dado una unidad consistente con la creación de la primera Escuela Indigenal en Bolivia denominada Escuela Ayllu. Por eso, la Escuela Ayllu de Warisata fue fundada en un medio rural para preparar al indígena y solucionar el problema; socio-económico y cultural del indígena. Surgió como resistencia comunitaria - filosófica a varios siglos de explotación colonialista que se ejercía y se ejerce actualmente contra los pueblos indígenas originarios.

Sin embargo, siempre han entendido los pueblos originarios de los Andes, de dónde venimos, qué estamos haciendo y donde vamos, a partir del reconocimiento de sí mismos como entidad cultural autentica. Sin duda, es existencia desde lo más profundo del ser y lógica, una forma de vida y de morir con identidad propia, es la visibilización de nuestras potencialidades para no sólo trascender sino comprender la misión de vida en equilibrio con la naturaleza.
Por eso, el trabajo pedagógico en la Escuela Ayllu estaba en reciprocidad con la comunidad y la naturaleza a través de las labores agropecuarias y los talleres, concibiendo así una “escuela productiva” bajo una trilogía de “estudio, trabajo y producción”. Este hecho nos muestra que la educación estaba dirigida con una visión trascendental que establecía un nuevo tipo de relación entre la educación y la producción.

Sorprendiendo, altamente esta pedagogía en esos tiempos en el ámbito nacional e internacional, cual es la de preparar al estudiante por, en y para la vida con un trabajo creativo dentro la comunidad. Según la filosofía de los fundadores de la Escuela Ayllu el nuevo educador debía ser capaz de construir su escuela, equipar, implementar talleres, fundar núcleos con producción agrícola, organizar asistencia social, impulsar el mejoramiento del hogar, bilingüe, etc.

Precisamente, orientaron los lineamientos transformadores de la educación hacia el aprendizaje productivo en la Escuela Ayllu. Actualmente, la educación se caracteriza por una idealización del “intelectualismo” y la separación perversa del estudio del trabajo en el sistema nacional educativo; como resultado existen actitudes en la población que menosprecian el trabajo manual y productivo. Por eso, exhortaba Carlos Salazar Mostajo: “Los reto públicamente a asumir el papel tal como nosotros lo hicimos, a cumplir con el más supremo valor la responsabilidad inherente, a sacudirse del marasmo en que ha caído la profesión de profesor, a imitar las virtudes de la generación de Warisata” Es decir, el “imitar las virtudes de la generación de Warisata (1931 - 1940)”, es practicar la educación productiva integral en el ejercicio de la docencia, por cierto, ahora ocurre lo contrario porque así lo determinaron las políticas educativas imperantes.

Aunque, el plan estatal de 1926 de educación popular de Simón Rodríguez planteaba una escuela de “artes, oficios y talleres”, pero los habitantes de la capital de Bolivia, Sucre, tildaron de “loco” a Rodríguez, porque afectaba a los intereses de la clase dominante. En el Código de la Educación de 1955, se enuncia como base de la educación boliviana, “es activa, vitalista y de trabajo Pero, en realidad no se ha llevado a cabo en la práctica.

En las bases filosóficas de la reforma educativa (1994) ya no se menciona la educación productiva. Por lo tanto, revisadas las bases filosóficas de las políticas educativas anteriores del país, parece que no se han establecido las bases filosóficas de la educación productiva como políticas educativas del Estado. Como resultado de aquello, la población actual desprecia al trabajo manual y técnico, valorando el intelectualismo doctoril, militarismo y sacerdotal  cristiano.

Al extremo no sólo de aniquilar la cultura madre de los pueblos originarios, sino exterminar todo rasgo de economía comunitaria. Eso, ha sido la labor central del modelo neoliberal pro imperialista de los gobiernos entreguitas de los recursos naturales, asimismo ha afectado seriamente la sabiduría de los pueblos andinos originarios.

Frente al problema es construir una educación respondiendo a la realidad cultural, económica, social, y política. En base a las necesidades reales de la población escolar y de la comunidad como se ha trabajado en la Escuela Ayllu.

Desarrollo

Hace ochenta años, en el atardecer del día 2 agosto de 1931, Avelino Siñani, campesino y arriero aimara, y Elizardo Pérez, profesor rural, se estrechaban en un abrazo jubiloso: Había concluido la faena comunal con que se iniciaba la construcción del local de una escuela para niños de  Warisata, en el norte de Bolivia. Aunque los unía el mismo sueño, probablemente no imaginaban entonces que, al cabo de pocos años, la escuela que fundaban se convertiría en la mayor experiencia de educación rural en América Latina.
No obstante el brillo estelar de Warisata, su creación no constituyó un hecho aislado en el continente. Durante la primera mitad del siglo XX, los pueblos indígenas andinos lucharon ardorosamente por conseguir escuelas para sus niños. En una época en que dominaba el gamonalismo en el campo, hubo líderes y maestros indígenas que sufrieron persecución y amedrentamiento por el solo hecho de fundar una escuela o gestionar la creación de un centro escolar. Uno de estos líderes fue  Avelino Siñani, que aprendió a leer y escribir a ocultas del hacendado y se propuso compartir ese saber con los niños aimaras de su comunidad en una humilde “escuela” que él mismo creó en 1919. Años después, Siñani conoció al profesor Elizardo Pérez, que había sido enviado por el gobierno boliviano para trabajar en la región. Unidos por una misma visión, comenzaron  la tarea de construir un escuela para Warisata. Siñani contaba ya con el respeto de su comunidad, y Elizardo Pérez se lo fue ganado por el empeño que ponía en la labor. Con ellos al frente, y cada vez con mayor participación de las comunidades aimaras de Sorata, se fue levantando la escuela con un modelo educativo de veras innovador.

El edificio mismo habría de tener en pocos años una estructura inusual. Además de las aulas y un ambiente para la dirección,  tenía un pabellón de internado con cinco dormitorios, con capacidad para 150 personas. Además, contaba con ambientes para talleres de carpintería, tejidos, alfombras, herrería, y un terreno extenso para el huerto. En medio de los edificios, un patio con jardines donde florecían gladiolos y kantutas.  El espíritu creador de los dos líderes, uno campesino, el otro citadino, animó a los comuneros. Las crónicas que describen la empresa varían un tanto, pero todas hablan de jornadas intensas de trabajo colectivo con tradición comunal, por turnos, con ceremonias y cantos acompañados de tarkas y pinkillus. El principio no fue feliz. Tuvieron que pasar semanas para conseguir que los comuneros vencieran sus recelos y se sumaran al esfuerzo de los dos pioneros, que, solos, comenzaron a preparar el terreno.  Mientras se avanzaba con la construcción, pared por pared, techo por techo, se desarrollaban las labores escolares con una población que concertaba sus tiempos para estudiar y trabajar en sus campos, como es tradición en el Ande. En ocasiones, las comunidades cercanas prestaban su apoyo. Carlos Salazar Mostajo, que fue profesor en Warisata, recuerda emocionado la faena comunal realizada en cinco días para reabrir un acueducto “inkaico”  que llevaría agua al huerto y las chacras de la escuela desde las lejanas faldas del Illampu, nevado protector de Sorata.

La escuela de Warisata se fue perfilando como distinta a las demás. El edificio que la albergaba no fue construido siguiendo un molde general de las escuelitas indigenales bolivianas.  No; fue erigido para ser un ambiente de trabajo y aprendizaje, para acciones distantes de la rutina donde, en medio del silencio andino, se escucha el coro de niños que repiten una lección. Tampoco iba a ser –no lo fue- un lugar que permanecería vacío en ciertos días y épocas. En Warisata no había “vacaciones escolares”: se trabajaba todo el año, en consonancia con el calendario productivo de la comunidad, y las labores no terminaban pasado el mediodía, como se acostumbra en los sistemas escolares, porque siempre había alumnos y maestros trabajando aun llegada la noche. Esto sucedía porque Warisata no era solamente una escuela de niños. Allí, junto los pequeños de Jardín (de 4 a 7 años) y los de la sección Elemental (hasta los 10 u 11 años), concurrían los jovencitos de la sección Vocacional, y, finalmente, escogidos entre los mejores, los de la Profesional, una de cuyas secciones era la Normal, de la cual egresaron maestros rurales que dejaron huella en muchos lugares del gélido altiplano boliviano.

Por los años en que existió Warisata, los planes de estudio del sistema boliviano eran concisos, con rubros más bien generales. Esto permitió que en la escuela se desarrollaran programas propios ligados a la realidad campesina del norte boliviano, con acciones ejecutadas muy cerca de la comunidad y con participación de la misma. Un año no era igual a otro, porque los asuntos cambiaban. Años después, se acusaría a los maestros de Warisata de no tener una planificación en regla, como lo disponían las autoridades de La Paz. Muy difícil debió ser para los maestros de Warisata el intento de encasillar en documentos administrativos lo que se hacía en una verdadera escuela de trabajo, ámbito donde los aprendizajes escolares se entretejían con las labores de producción agrícola o artesanal. Una granizada podía hacer que todos abandonaran sus lechos para salvar a medianoche los almácigos, suceso que sería examinado después para ganar experiencia; la rotura de un eje podía quebrantar la rutina de producción en un taller y dar lugar a explicaciones de mecánica; la floración de la quinua, la limpieza de una acequia, el nacimiento de un ternero, todo podía ser ocasión de aprendizaje, para los comuneros mayores de manos encallecidas y para los niños y adolescentes, que seguían siendo el centro de la atención pedagógica.

La escuela de Warisata hizo realidad  las normas del Estatuto Orgánico de la Educación Indigenal, aprobado en 1919, que contenía ideas avanzadas para su época; pero las llevó más allá. No estaba previsto en el Estatuto que Warisata llegaría a tener un personal de 54 personas, conformado no solo por profesores sino también por “maestros” de labores productivas, músicos, poetas, “curiosos”. Dos escritores puneños y un artista cusqueño se cuentan entre el personal que laboró en la escuela, a la que llegaron también José Antonio Encinas y Gamaliel Churata. Tampoco estaba previsto que los comuneros intervendrían en el gobierno de la escuela, como en efecto sucedió desde que fue conformado un Consejo de Administración integrado con autoridades comunales, y que actuaba siguiendo las normas tradicionales para tomar acuerdos y hacerlos cumplir.

La escuela de Warisata pronto se convirtió en el centro de un núcleo conformado con  tres escuelas más, dos unidocentes y una polidocente incompleta, que recibieron su influjo saludable. Años después, el número de escuelas integrantes del núcleo se elevó a 33. Y así, con una escuela central y escuelas seccionales en torno, se constituyó un modelo de organización valioso para el altiplano, donde la dispersión de las poblaciones da lugar a pequeñas instituciones escolares también dispersas y aisladas. Luis E. Valcárcel –que fue Ministro de Educación (1945,1946-1947) del Presidente Bustamante-  daría después un gran impulso a los Núcleos Escolares Campesinos, de los cuales puede ser precursor al núcleo escolar de Warisata.

En un medio social hostil a la educación del indígena, la escuela ayllu no fue vista con buenos ojos.  Se tiene noticia de muchos actos en contra, inspirados por los intereses de los gamonales y mineros de la época. Por orden de uno de ellos fue destruido el acueducto antiquísimo; el hermano de Elizardo Pérez, que llevaba en mulas de arriero útiles escolares para Warisata, fue tomado preso acusado de delincuente; las autoridades de educación de la capital desaprobaban la gestión pedagógica y administrativa de la escuela; los profesores fueron acusados por la prensa de conspiración comunista; hasta se decía que Warisata era causa de la migración de campesinos a las ciudades, puesto que ya conocían otros oficios. La escuela ayllu resistió nueve años y pudo avanzar mientras contó con algún soporte gubernamental y con el  reconocimiento internacional. El Presidente Germán Bush –el último en apoyar a Warisata- decretó que el 2 de agosto, aniversario de Warisata, fuera considerado como el Día del Indio; la ley de Reforma Agraria de 1953 fue promulgada un 2 de agosto, y ese día es ahora, por decisión del gobierno presidido por Evo Morales, Día de los Pueblos Originarios.

Al margen de los homenajes, mucho es lo que podemos aprender de la experiencia de la escuela ayllu de Warisata, pero lo más importante tal vez sea esto: La educación rural es posible en la medida en que tenga perfiles propios y no sea mero calco de la educación urbana. Para ello se necesita creatividad, compromiso y osadía, calidades que tuvieron los conductores de Warisata durante los nueve años que la escuela pudo sobrevivir.

No es arriesgado decir que la escuela de Warisata tiene mucho parecido con la Colonia Gorki, dirigida por Antón Makarenko, la otra gran experiencia de educación ligada al trabajo productivo. Entre ambas experiencias no hubo –no podía haberlos- vasos comunicantes; pero lo común entre ambas fue la inserción del trabajo productivo en la educación.

Encinas pasó un mes en Warisata, pocos años después de la publicación de suEnsayo de escuela nueva en el Perú (Lima, Minerva, 1932). Poco sabemos de esa estadía, salvo que dictó cursos para maestros, probablemente de sicología del niño, asunto que le preocupaba mucho.
Es importante señalar que este modelo educativo constituyó un hito histórico importante en la Educación Boliviana que asimiló aspectos fundamentales de la educación precolombina, específicamente de la cultura incaica, que se orientaba hacia metas de beneficio comunitario y colectivo asumiendo tareas determinadas de acuerdo a las edades con el fin de lograr la productividad.

Esta Escuela de Trabajo se desarrolló bajo los fundamentos bien definidos: en lo político fue una escuela anti-feudal y anti-imperialista que buscó la liberación de las masas indígenas de Bolivia en la lucha contra el régimen de la servidumbre.
En lo sociológico se constituyó en una escuela socialista y/o colectivista donde se practicó el ayni, la mink’a, el tupu, la sayaña, la aynocka.

Como fundamento económico se destaca como una escuela productiva, a través de la agricultura, la ganadería y los talleres como la carpintería; la alfarería, tejidos y otros que fueron fuentes de auto sostenimiento; el fundamento pedagógico de este modelo fue una escuela única, laica y bilingüe.
En lo cultural adoptó una educación por el arte en la música, el teatro, la literatura, la plástica, y finalmente en lo filosófico es importante hacer mención la trilogía de ama sua, ama llulla, ama kella (no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas perezoso).

El modelo Warisata

Fue muy diferente a una escuela transmisionista donde el alumno es un mero receptor pasivo de conocimientos, es decir, distinto a la educación escolástica y enciclopédica de la colonia y el feudalismo de procedencia europea donde el contexto y contenidos son dogmáticos y ajenos a la realidad, que lamentablemente persiste en la educación actual con consecuencias en que el estudiante es individualista, consumista, dependiente, acrítico, con baja autoestima y complejo de inferioridad.
Con el advenimiento de un gobierno que responde a las demandas de la clase marginada y excluida, la educación se orienta hacia un cambio estructural, con una mirada incluyente, eliminando todo tipo de injusticias para brindar igualdad de oportunidades.
En este contexto, se plantea una educación descolonizadora, comunitaria, productiva, científica, intracultural, intercultural y plurilingüe que se sustenta fundamentalmente en los postulados de la Escuela Indigenal de Warisata.

Asimismo, en el modelo pedagógico histórico, si se quiere también en un currículo de corte crítico, en este panorama es producto de las luchas sociales en la perspectiva de la liberación y transformación económica, social, político e ideológico enfatizando una interrelación dialéctica en la unidad teoría-práctica, relación entre la ciencia y realidad, el trabajo productivo de acuerdo al desarrollo individual y social.

Se orienta también en la recuperación y desarrollo de los saberes, conocimientos y lengua de las naciones indígenas que en algunos casos están en proceso de extinción; tiene una perspectiva para la interrelación y convivencia simétrica entre las culturas del Estado Plurinacional y del contexto mundial.

En este sentido, más allá de una reforma educativa en el país, constituye una Revolución Educativa orientada hacia los cambios estructurales del Estado Plurinacional.

Para asumir este proceso educativo, el desafío es enorme para todos sus actores, en particular para los profesionales de la enseñanza (profesores), a quienes como componentes centrales les corresponde asumir un rol con compromiso social y de verdadera vocación de servicio, para ello es fundamental el cambio de actitud de los docentes.

En esta línea para ejercer un liderazgo intelectual y moral, es necesario que se conviertan en profesionales intelectuales y transformativos para ayudar a los estudiantes a desarrollar una fe profunda y duradera en la lucha para superar las injusticias económicas, políticas y sociales, asimismo se necesitan también docentes al margen de investigadores con capacidad para combinar la reflexión y la práctica académica con el fin de formar estudiantes reflexivos, críticos y productores a partir de su cultura.

Otro aspecto que es importante para meditar, es referido a la participación comunitaria con poder de decisión en la gestión de procesos educativos. En ese sentido es vital que asuman una participación con mucha honestidad y responsabilidad dejando de lado intereses personales o de grupo que lastimosamente se percibe aún en la situación actual, para evitar dificultades y problemas, es necesario establecer los márgenes de actuación.

De la misma manera es fundamental sensibilizar y brindar una orientación adecuada que les permita asumir el rol para el desarrollo de la educación con perspectivas hacia los profundos cambios.
Finalmente, es importante también referirse a la administración del Sistema Educativo. En este contexto, es necesario que las autoridades del nivel central y de niveles subalternos desarrollen un trabajo que realmente coadyuve al cambio radical que se tiene planteado.

Desde esta mirada es fundamental que los cargos jerárquicos sean ocupados por profesionales idóneos y conocedores de la realidad educativa, con principios plenamente revolucionarios y comprometidos con los cambios estructurales en la perspectiva de un desarrollo educativo, económico, cultural y social en una situación de igualdad de oportunidades.

El pensamiento de la Escuela Ayllu de Warisata

La cuestión es la reconstitución del pensamiento filosófico productivo educativo de la Escuela Ayllu, bajo los principios de complementariedad y reciprocidad con la comunidad y la naturaleza. Las preguntas del problema son: ¿Si existe una tradición del ocultamiento del aprendizaje productivo por las políticas educativas, las bases filosóficas de la Escuela Ayllu no están visibilizadas actualmente? ¿El aprendizaje productivo de la Escuela Ayllu se manifestará como opción para el país?
Existe el ocultamiento de muchas experiencias entre ellas la práctica pedagógica de la Escuela Ayllu, una educación que favorezca a las mayorías nacionales, es decir, el Estado Boliviano fundado en 1825, ha seguido las líneas educativas implantadas en el coloniaje. Un modelo educativo para grupos privilegiados por la corte de España en América.

Ya en la República, el modelo educativo se ha profundizado llegando a un estado calamitoso y egoísta incluso con la Reforma Educativa de 1994, por que impusieron una educación que respondía a los intereses de las empresas trasnacionales e ideologías imperialistas, por ejemplo, el empleo en las aulas las estructuras de las "competencias" cognitivas, que construyen solamente el conocimiento ideal del individuo y se olvidan de las prácticas en sí de la ciencia, tecnología y la técnica.

El aprendizaje productivo sin duda es una opción para el país, a través de la reconstitución del pensamiento filosófico productivo educativa de la Escuela Ayllu de Warisata, porque si no retomamos las huellas productivas del pasado aymara-quechua, de otras nacionalidades indígena-originarias, estaremos al borde del colapso económico y al filo de la culminación como cultura y como país.
Por eso, la resistencia educativa de la Escuela Ayllu tiene mucha importancia actualmente, ya sea como respuesta ideológica y la concientización a través de la educación para la liberación no sólo de las ataduras o miedos de pueblos oprimidos y esclavizados, sino esencialmente la reconstitución del amor al trabajo socializado y la producción comunitaria.

La responsabilidad productiva tiene raíces en los pensamientos y las prácticas profundas de la cultura andina a través de las ayudas recíprocas conscientes como el Ayni, Minka y otros.
Estas sabidurías han permitido la transmisión de labores comunitarias en generaciones a través de la educación por el ejemplo. Así, existe en el país un accionar ético-moral como responsabilidad productiva en las sabidurías andinas.

Sin embargo, siempre han entendido los pueblos originarios de los Andes, de dónde venimos, qué estamos haciendo y a donde vamos, a partir del reconocimiento de sí mismos como entidad cultural autentica. Sin duda, es existencia desde lo más profundo del ser y lógica, una forma de vida y de morir con identidad propia, es la visibilización de nuestras potencialidades para no sólo trascender sino comprender la misión de vida en equilibrio con la naturaleza.

Por eso, el trabajo pedagógico en la Escuela Ayllu estaba en reciprocidad con la comunidad y la naturaleza a través de las labores agropecuarias y los talleres, concibiendo así una "escuela productiva" bajo una trilogía de "estudio, trabajo y producción". Este hecho nos muestra que la educación estaba dirigida con una visión trascendental que establecía un nuevo tipo de relación entre la educación y la producción.

Sorprendiendo, altamente esta pedagogía en esos tiempos en el ámbito nacional e internacional, cual es la de preparar al estudiante por, en y para la vida con un trabajo creativo dentro la comunidad. Según la filosofía de los fundadores de la Escuela Ayllu el nuevo educador debía ser capaz de construir su escuela, equipar, implementar talleres, fundar núcleos con producción agrícola, organizar asistencia social, impulsar el mejoramiento del hogar, bilingüe, etc.
Por lo tanto, la visibilización y la sistematización del pensamiento filosófico educativo productivo de la Escuela Ayllu y de otras experiencias pedagógicas es base esencial, ahora, para una convivencia humana liberadora que genere una Revolución Educativa hacia el aprendizaje productivo-comunitario, tanto para salir de la dependencia y la pobreza como para la reconstitución del país plurinacional.

Warisata y el desencanto criollo: “INDIO LETRADO, INDIO ALZADO”

Warisata, la Escuela-Ayllu, es una de las más sobresalientes experiencias educativas impulsadas por indígenas para indígenas, que por su doctrina alcanzó a propagarse e imitarse incluso en otros países del continente americano. Es fundada el 2 de agosto de 1931 (CEA, 2003: 34) en la localidad del mismo nombre, de la provincia Omasuyos del departamento de La Paz – Bolivia. La fundación de Warisata estuvo ligada a una postura beligerante, que planteaba la defensa de los derechos del indio[1], la conservación de su gran herencia cultural, el mantenimiento de sus  instituciones sociales y económicas como el Ayni, Mink`a, Jayma, Ayllu, Aynuqa, Sayaña, Etc. (Salazar, 1997: 73), pero siempre ligada a tierra y territorio. Y no necesariamente a resistencia y expansionismo como afirma Brienen (2005).

Si bien tal definición de sus propósitos fue la razón de su éxito y de su celebridad internacional, fue asimismo la causa de su liquidación tras diez años de vida (1931-1940), ya que los regímenes de gobierno no podían consentir que una escuela de ese tipo prosperase y se multiplicase, sin el riesgo de socavar los fundamentos mismos de su estabilidad política y de sus privilegios de clase criolla dominante (Salazar, 1997: 73), una de cuyas bases residía justamente en la servidumbre. Warisata, es un hito que marca el inicio y el fin de una experiencia sin igual en la historia de la educación boliviana, por ello es fundamental seguir explorando en las razones de su destrucción para una reflexión que evite un nuevo fracaso a las nuevas generaciones.

Iniciemos afirmando que Warisata es el resultado de varias experiencias particulares llevadas de manera clandestina, por otros indígenas y caciques como Santos Marka T`ola, Pablo Zárate Willka, entre otros en décadas pasadas, que luego es canalizado por Avelino Siñani al que se uniría Elizardo Pérez en representación del Estado boliviano. En el esfuerzo conjunto de Siñani y Pérez se organiza una escuela que estuviera al servicio de la comunidad, que respondiera a las necesidades inmediatas de la población indígena (Salazar, 1997: 73-82), esta obra es realizada por voluntad colectiva y no por el sistema del esclavismo, de un rey o de una casta criolla dominante.

La escuela contaba con más de 200 niños internos, mantenidos con recursos propios, los niños crecían sanos y fuertes con condiciones admirables, el campesino empezaba a obtener frutos de la escuela (Salazar, 1997: 88) desde el préstamo de sementales con que mejoraba su ganado y lo más importante, se habría la comunicación entre el Ayllu y la escuela.

Muy pronto la oligarquía criolla arremetió contra Warisata, apoyada en una serie de maniobras y calumnias infundadas por parte de marka q`aras o vecinos de los hacendados de Achacachi. En abril de 1934, había comenzado una persecución a sus máximos líderes entre ellos Siñani y Pérez, pero el ultraje seguido de flagelamiento más salvaje, fue cometido por el Corregidor de Achacachi Sixto Hernán, en contra de Mariano Huanca y Pedro Rojas (CEA, 2003: 38). La estrategia de los gamonales criollos, fue desvirtuar y distorsionar los objetivos reivindicativos, acusando a Warisata de ser un centro de programación comunista y rebelión indígena (CEA, 2003: 38). Es importante hacer notar que durante esta etapa se producen una serie de amedrentamientos y persecuciones a maestros y estudiantes de los otros núcleos escolares afines a Warisata, pese a ello la labor continuaba hasta llegar a 1940.

La administración de Warisata estuvo a cargo del Parlamento Amauta, integrado por campesinos, maestros y alumnos (Salazar 1997: 75-82). Lo primero que hicieron los destructores de la educación campesina, fue suprimir este gobierno –Parlamento Amauta-, negando en absoluto la intervención del indio en los asuntos de la escuela (Salazar 1997: 83), torpeza que jamás fue remediada probablemente con el propósito de impedir que el “siervo” pudiese discutir acerca de su propio destino.

Elizardo Pérez (1992) menciona a Byron y Donoso Torres como los autores de la muerte de Avelino Siñani, tras un fuerte altercado verbal llevado el 30 de enero de 1941, en un intento por salvar la escuela. El 31 de enero como consecuencia de la tristeza que embargaba a Siñani, éste muere, y muere con él el sueño de todo un pueblo que había luchado por su liberación a través de la educación. Es pertinente aclarar que éste no es un tema cargado emocionalmente, ni ligado a simple apología sin bases reales, sin sentido.

Recapitulando, Warisata es el fruto de la inquietud de un pueblo, funciona por esfuerzo del indígena, tiene una educación orientada al “ayllu”, es amenazada y calumniada por los criollos constantemente hasta su destrucción.

Los motivos de la destrucción pueden ser varios, pero sobresalen el interés de las élites gobernantes eliminar cualquier intento de superación y administración de instituciones educativas de indios para indios.
La responsabilidad de este desastre es imputable a las esferas jerárquicas de educación rural y a los regímenes de gobiernos de la época que permitieron la destrucción de Warisata y los que nunca hicieron nada por restaurar sus doctrinas.

Warisata es el resultado de una serie de luchas del propio pueblo indígena, por ello la doctrina responde cabalmente a ese pueblo, y no tiene que ser entendido como un intento de acabar por completo con el ayllu, si bien existió la participación estatal a través de Elizardo Pérez, estuvo ligada al apoyo con maestros para Warisata, más la construcción y toda la filosofía era el reflejo de las aspiraciones de un pueblo reprimido por varios años.

Finalmente el temor expresado de las élites criollas ante la educación de los indígenas, el desencanto traducido en términos de “Indios letrados, indios alzados”, es una de las razones para su destrucción, ligado a la traición y desunión de algunos indígenas.

La escuela ayllu está unida al nombre del Tata Santiago Poma, Aymara de la legendaria Achacachi quien a fines del siglo XIX, quiso levantar una escuela en su comunidad, por eso fue capturado y conducido a la cárcel, arrastrado por los caballos de los soldados, flagelado, torturado y encarcelado por tres años; fue perseguido, su propiedad robada y su familia hostigada. ¡Delito tremendo para un Indio en Bolivia, anhelar su propia educación! Ya anciano, Poma tuvo fuerzas para ayudar en la construcción de Warisata y dejó un mensaje que debe ser recordado: "Hace tiempo alcancé a levantar una pequeña escuela para los niños de la comunidad. Este acto, fue interpretado como un incalificable delito, y un día …con otros compañeros más, fui conducido a la cárcel de la capital, atado a la cola de los caballos que montaban los soldados. Mientras tanto, impunemente, las barretas de los opresores se encargaban de consumar la obra destructora... El edificio de la escuela fue demolido. Llegado a la cárcel el fiscal me hizo flagelar… y luego dispuso mi encarcelamiento, que duró tres años… Hoy me hallo reducido a la condición de colono, que quiere decir esclavo. Esta escuela /Warisata/ objeto de nuestras preocupaciones y desvelos, es de los indios, y yo…tomo posesión de ella en nombre de nuestros abuelos"

Lleva también esta escuela, los sueños y la lucha de Avelino Siñani quien dio su vida por la construcción de la Educación Aymara y fue perseguido sañudamente por la Bolivia criolla, fue preso y torturado, su hijo de 18 años fue maltratado hasta ser muerto y su hermano apresado, por el delito terrible en la Bolivia criolla, de fundar escuelas. Cuando Warisata fue destruida el Tata Siñani se murió de pena. Claro que antes fue perseguido, encarcelado y flagelado. Avelino Siñani tuvo una visión educacional muy clara, a principios de 1900 estableció varias escuelas ambulantes indigenales manejadas por los Aymaras mismos (ningún criollo quería oficiar de maestro) con toda la filosofía Aymara de unión de trabajo, teoría y la reproducción de la ciencia y cultura indígena.

Las escuelas indígenas Aymaras

Fueron objeto de una sañuda represión por parte de diferentes gobiernos bolivianos y también por los gamonales latifundistas que las acusaron de subvertoras del orden y racistas, desechando su grandeza calificándola de utópica y mesiánica. Cada uno de los Aymaras y algunos bolivianos solidarios con este proyecto (como Elizardo Perez, Fausto Aoiz, y otros) fueron perseguidos.

La normal fue levantada en 1930 con jornadas de trabajo voluntarias de los comunarios Aymaras, con sus propios aportes, con admirable organización, constancia, tecnología y arte. Así, se construyeron por ejemplo un acueducto, talleres de experimentación, aulas e internados que sirvieron a la escuela. Obras que serían destruidas luego por los bolivianos mestizos.
Desde 1900 al actual año 2003 ha pasado bastante agua bajo el puente, son 103 años y seguimos gobernados por extranjeros que nos odian. La "Masacre de Warisata" realizada el 20 de septiembre del 2003 por órdenes del gobierno de la alianza de partidos racistas y de extrema derecha (MNR, MIR, NFR, UCS) nos ha mostrado que las visiones de mundo de criollos e indígenas poco han cambiado.

El ex-ministro de gobierno el yugoslavo Yerko Kukoc se apresuró en ordenar la detención de catedráticos y estudiantes y afirmó firmemente que "Desde hace tiempo, tenemos información de gente con ideas radicales. Son intelectuales que quieren dar formación altamente radicalizadas".

”ESCUELA AYLLU” Escuela integral

Esta educación es integral porque abarca todas las formas inherentes a un organismo educativo, porque saliendo de su recinto, se extiende a la comunidad en su conjunto, combinando aula, tierra y taller, lo que significa la formación de un hombre estudioso, trabajador de la tierra y capaz de producir con los recursos del medio ambiente. Estas proposiciones, fueron un desafío respondido con increíble imaginación, fuerza y convicción y asi Warisata se adelantó a las más recientes concepciones educativas. Mencionaremos algunas:
ü  Supresión del horario, lo que, lejos de sembrar el desorden, facilitaba las labores a un grado asombroso.
ü  Supresión de exámenes, eliminando esa carga que pesaba sobre los niños como una pesadilla y muy normal en las escuelas europeas.
ü  La co-educación, o sea la educación sin discriminación de sexos. Su consecuencia, el internado mixto, fue admitida de modo tan natural en Warisata, que nunca dio lugar a la menor nota negativa en la relación entre ambos sexos.
ü  La reducción del tiempo de escolaridad. Warisata tenía un Jardín Infantil, al que ingresaban niños de cuatro a siete años de edad; una sección Prevocacional o Elemental con tres años de duración, una sección Vocacional, también de tres años, y una sección Profesional que, con la sección Normal, no tenía un plazo fijo.
ü  El bilingüismo en la enseñanza, que nunca fue problema en Warisata.
ü  La formación o educación del espíritu a través del trabajo, restablecimiento de la moral aimaro-quechua en toda su dimensión.
ü  El desarrollo de cualidades y aptitudes psicomotoras mediante la plástica, la música y la educación física, problema hasta ahora escasamente comprendido por la docencia boliviana.
ü  La reducción de la carga curricular suprimiendo todo aquello que no correspondiera a las necesidades inmediatas de la vida campesina.
ü  La alimentación y la higiene, como bases para un desarrollo mental, solucionadas en gran medida con los internados.

Por último, esa decisión inadmisible en la actual educación campesina, de suprimir también las vacaciones anuales, pues siendo una empresa de actividad permanente, siendo la vida misma de la comunidad, no reducida al aula, no tenía sentido interrumpirla ni un solo día.

Con este sistema, la escuela ayllu se autoabastecía y no tenía casi la necesidad de la ayuda del Estado. Warisata llegó a tener más de doscientos niños internos de ambos sexos, mantenidos con los propios recursos de la Escuela, que tenía sus despensas llenas hasta el techo, resultado de una alta productividad agrícola. Nuestras aulas eran limpias, amplias, con grandes ventanales, con piso machihembrado, dotadas de mesas, bancos y sillas fabricados todos en nuestros talleres. Los jardines tenían flores aún en lo más crudo del invierno; cada curso tenía lotes de experimentación de cultivos—refuerzo considerable en su alimentación—bordeados de eucaliptos, pinos, kollis y kiswaras. Nuestros campos solían ser los únicos que, mediante riego y abono, reverdecían en el gris del altiplano, quemado por la sequía. La escuela resplandecía de limpia, sin una mancha, sin una raya; nuestros internos dormían en catres de hierro hechos en la misma escuela, con higiénicos colchones de totora (kesanas) tejidos por ellos mismos o por sus padres. Los niños crecían sanos y fuertes, bien alimentados y vestidos y con admirables condiciones para el trabajo.

  http://warisataescuela.blogspot.com/
Historia y Significado de la “Tesis de Pulacayo”
El gobierno de Villarroel había comenzado a hacer acuerdos cada vez más frecuentes con la Rosca y el imperialismo. Su colgamiento -el 21 de julio de 1946-, después de una insurrección popular, marcó el comienzo de lo que se conocerá como el “sexenio” de la Rosca. La movilización fue canalizada por la oligarquía, que se hizo nuevamente del poder, acompañada por el PIR (los estalinistas serán ministros en los gobiernos rosqueros). Se abrirá desde entonces un período de aguda lucha de clases, que culminará con la revolución del 52.


Los mineros comprenden que el regreso de “la rosca” al poder significaba la destrucción de las organizaciones obreras. Decididos a enfrentarla, buscan aliarse al movimiento estudiantil. El 29 de julio, se creaba el Pacto Minero-Universitario en Oruro, que consistía en que los intelectuales de la Federación Universitaria defenderían a los trabajadores. “Había que defender lo conquistado y decir al gobierno rosquero que los mineros lucharían sin descanso contra él. Los trabajadores lucían guardatojo y cartuchos de dinamita en los cinturones.”
El hecho tiene significativa importancia porque de este modo la vanguardia obrera lograba arrastrar tras de sí a un sector la pequeño burguesía, cuya dirección había sido el Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), fervientemente defensor del gobierno surgido de la contrarrevolución.
Juan Lechín Oquendo, dirigía la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). Presionado por la base combativa – y muy a su pesar – se vio obligado a convocar, en noviembre de 1946, un congreso extraordinario donde se discutiría un programa de acción para enfrentar al gobierno.
El mitín se realizó en el departamento de Potosí, en la localidad de Pulacayo. Más precisamente en la bocamina del socavón San León a la impresionante altura de 4.620 mts. sobre el nivel del mar. “En ese incomparable escenario fue lanzado el mensaje boliviano de mayor trascendencia revolucionaria.”
El programa aprobado en este histórico congreso, pasaría a conocerse como las Tesis de Pulacayo. Las mismas fueron presentadas por un joven universitario y militante trotskista del POR, llamado Guillermo Lora.
 Como miembro de la delegación minera de Siglo XX-Llalagua, Lora fue el encargado de explicar, ante un atento auditorio, los fundamentos políticos e ideológicos de las tesis. Al finalizar su alocución, los mineros irrumpieron en un aplauso aprobando y haciendo suyas estas ideas revolucionarias. Las Tesis fueron un avanzado programa de acción, tendiente a la independencia de clase. Entre algunos de sus puntos sustanciales figuran el salario básico, vital y móvil; semana de 40 horas y escala móvil de salarios; bolsa pro huelga; ocupación de minas; contrato colectivo; independencia sindical; control obrero de las minas y armamento de los trabajadores. El programa era un claro cuestionamiento a la propiedad privada de los capitalistas.

Espantados por lo sucedido, Patiño y los barones del estaño publicaron las Tesis en los principales diarios del país para presionar al gobierno a actuar. Sin embargo, los capitalistas lograron hacer lo que no podían los mineros: propagar con la rapidez de un rayo el programa que los trotskistas bolivianos habían contribuido a crear.
El límite estratégico de las Tesis

Al definir el tipo de revolución que debe realizarse, las Tesis de Pulacayo sostienen que “Mienten aquellos que nos señalan como propugnadores de una inmediata revolución socialista en Bolivia, bien sabemos que para ello no existen condiciones objetivas. Dejamos claramente sentado que la revolución será democrático burguesa por sus objetivos y únicamente un episodio de la revolución proletaria por la clase social que la acaudillará (...) los trabajadores una vez en el poder no podrán detenerse indefinidamente en los límites democráticos burgueses y se verán obligados, cada día en mayor medida, a dar cortes siempre más profundos en el régimen de la propiedad privada...”
Al respecto, en las tesis fundacionales de nuestra organización hermana en Bolivia, la LOR-CI, se critica esta formulación de la mecánica de la teoría de la revolución permanente señalando: “Compárese esto (se refiere a la cita anterior) con la formulación original sobre el trastocamiento de la revolución democrática en socialista tal como la formula Trotsky (...): ‘La dictadura del proletariado, que sube al poder en calidad de caudillo de la revolución democrática, se encuentra inevitable y repentinamente, al triunfar, ante objetivos relacionados con profundas transformaciones del derecho de propiedad burguesa. La revolución democrática se transforma directamente en socialista convirtiéndose con ello en permanente’. Podrá notarse cómo en las Tesis (...) (de Pulacayo NdeR) se confunde que en un país atrasado como Bolivia la revolución combine desde el inicio tareas democráticas y socialistas con la posibilidad de una revolución proletaria no socialista. Sobre esta concepción, (...) el POR sostendrá posteriormente posiciones semi-etapistas sobre el carácter de la revolución boliviana”.

Efectivamente, el error teórico del POR acarrearía graves consecuencias prácticas. Cuando el 9 de abril de 1952 la situación se volvía abiertamente revolucionaria, el POR terminaba adaptándose a la política de la naciente Central Obrera Boliviana (COB) - que en manos de Lechín, perseguía el objetivo de contener la radicalización obrera - y le otorga apoyo crítico al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), partido nacionalista burgués que terminaría desviando la revolución para derrotarla definitivamente años más tarde.
 Para profundizar, ver las “Tesis Fundacionales” de la Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional, grupo hermano del PTS en Bolivia. En www.lorci.org


EL “SOCIALISMO MILITAR” EN BOLIVIA

Si bien en América Latina, a partir de las experiencias de las décadas de los sesenta y setenta, se suele asociar las intervenciones de los militares en la política como expresión de la reacción conservadora ante la radicalización política e ideológica, en algunos casos articularon, desde el Estado, la incorporación de sectores excluidos. Hubo experiencias en las que las Fuerzas Armadas se inclinaron hacia las reivindicaciones de los sectores trabajadores, muchas veces de la mano de ideas nacionalistas que tendía a fortalecer la intervención del Estado en la economía y en la cuestión social. Podríamos mencionar como un ejemplo, fuera del marco cronológico en el que estamos situados, el gobierno de Velasco Alvarado en Perú (1968-1977).

Tal fue el caso de la breve experiencia del llamado “socialismo militar” en Bolivia, entre 1936 y 1939. La experiencia se produjo tras la guerra del Chaco (1932-1935), que enfrentó a bolivianos y paraguayos. Si bien en el conflicto influyeron los intereses de la Standard Oil y de la Royal Dutch Shell, que se disputaban un territorio apetecido, el enfrentamiento tuvo un significado vinculado con conflictos políticos internos en Bolivia. Las tensiones provenían del incremento de la conflictividad política y social tras la crisis de 1930, que había producido el descalabro de una economía basada exclusivamente en la exportación de minerales. Desde principios del siglo XX los llamados “barones del estaño” habían dominado la explotación del mineral, actuando como capitalistas extranjeros, con escasa inserción en la economía nacional, centralmente campesina.
 El predominio de tres familias (Patiño, Hochschild  y Aramayo) había funcionado en relación con un sistema político bautizado como “la rosca”, que aseguraba el control del Estado por parte de una elite dirigente que no interfería en la actividad minera orientada al exterior. El presidente Salamanca, preocupado por la radicalización de los trabajadores mineros afectados por la crisis, y exagerando la importancia de la actividad política de la delgada clase media y de grupos universitarios, emprendió la intervención en el conflicto armado como una forma de encolumnar a los diferentes sectores detrás de su liderazgo. Tras el fracaso de la intervención en la guerra, se conformó un grupo de jóvenes militares (“Razón de Patria” –RADEPA–) dispuesto a asumir las tareas que consideraban pendientes para la organización del Estado nacional. Se proponían modificar las bases que sostenían la convivencia de “la rosca” con los “barones del estaño”. Bajo las presidencias de David Toro (1936-1937) y de Germán Busch (1937-1939) se impulsó una serie de medidas tendientes a la nacionalización de la explotación de los recursos naturales y a la incorporación de los sectores sociales y raciales excluidos.
Se incrementó la participación del Estado en la explotación del petróleo a través de la formación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y se propició la sindicalización de los trabajadores mineros. En un nuevo texto constitucional se estableció un código de trabajo y se estatizó la banca central. La idea de que los militares expresaban los valores del Estado nación frente a los intereses de facciones que habían predominado hasta ese momento resultó el marco de una experiencia que rechazó la democracia liberal y en la que se conjugó un fuerte nacionalismo (no tan lejano de perspectivas fascistas, con componentes antisemitas) con reivindicaciones socialistas y antiimperialistas. El “socialismo militar” tendió a unificar la oposición de los grupos liberales y los representantes de los intereses mineros, que acorralaron a Busch y lo llevaron al suicidio. Si bien durante el trienio que duró la experiencia no se produjeron reformas estructurales, se puso fin al sistema anterior y se abrió un horizonte de expectativas, que alcanzarían relevancia en torno de la revolución de 1952.


http://www.carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-2/notas/el-201csocialismo-militar201d-en-bolivia

miércoles, 9 de marzo de 2016

La Guerra del Chaco



1  INTRODUCCIÓN

Guerra del Chaco, conflicto bélico que desde 1932 hasta 1935 enfrentó a las repúblicas de Bolivia y Paraguay por la posesión de buena parte de la escasamente poblada región del Chaco, el llamado Chaco boreal, situado al norte del río Pilcomayo, cuya titularidad reclamaban ambos países debido a la presunta existencia de petróleo. Ésta fue la razón que también motivó el interés de ciertas compañías petroleras de otros países (como la estadounidense Standard Oil Company, con concesiones en el sur de Bolivia) y que a su vez provocó la estimulación del enfrentamiento.

2  CAUSAS Y DESARROLLO DE LA GUERRA

La cuestión de los límites fronterizos en la zona no había quedado solucionada de forma tajante en ninguno de los tratados limítrofes acordados al respecto durante el último tercio del siglo XIX. Privada de salida al mar tras su derrota en la guerra del Pacífico (1879-1883), Bolivia comenzó a construir en 1906 pequeños fuertes en el Chaco (también conocido genéricamente como Gran Chaco) con el objeto de acceder al río Paraguay y lograr de esa forma una vía de comunicación con el océano Atlántico, introduciéndose poco a poco en un territorio que Paraguay consideraba bajo su soberanía. Pese a la adopción de un nuevo acuerdo gracias a la mediación argentina en 1907, prorrogado en 1918, Paraguay contraatacó construyendo sus propios fuertes y, en la década de 1920, fomentó el asentamiento en la zona de menonitas canadienses (miembros de un grupo religioso protestante) con el fin de reforzar sus derechos.


En 1928 comenzaron a producirse escaramuzas esporádicas, y finalmente la guerra estalló de forma abierta si bien no declarada en julio de 1932, cuando durante la presidencia de Daniel Salamanca el Ejército boliviano atacó el fuerte paraguayo de Boquerón, erigido cuatro años antes. El gobierno paraguayo presidido por Eusebio Ayala envió al coronel José Félix Estigarribia al frente de un contingente para detener el avance enemigo. En un principio, el curso bélico parecía decantarse del lado boliviano, que contaba con un mayor número de tropas mejor adiestradas; pero éstas, acostumbradas a un clima montañoso, tuvieron dificultades a la hora de operar en las cálidas y húmedas tierras bajas del Chaco. Sus tácticas y un mejor conocimiento del terreno, combinado con un feroz espíritu combativo, permitieron a los paraguayos hacerse con el control de casi toda la zona antes de 1935, pese a la resistencia encabezada por el general boliviano Enrique Peñaranda Castillo.

3  FINAL DE LA GUERRA

El 12 de junio de ese año, cuando desempeñaban las respectivas presidencias de las dos repúblicas implicadas el mencionado Ayala y el boliviano José Luis Tejada Sorzano, se alcanzó una tregua que detuvo los combates. El tratado definitivo fue redactado y firmado en Buenos Aires el 21 de julio de 1938 por las partes implicadas y por los demás participantes, en tanto que mediadores, en la Conferencia de Paz del Chaco: Estados Unidos, Chile, Perú, Brasil, Argentina y Uruguay. De acuerdo con dicho tratado, Paraguay (gobernada por el presidente Félix Paiva) pasó a ejercer su soberanía sobre el 75% de la zona en litigio, en tanto que Bolivia (cuyo presidente era Germán Busch Becerra) hizo lo propio con el territorio restante, logrando el ansiado acceso al río Paraguay, así como a la localidad paraguaya de Puerto Casado.
La más inmediata consecuencia de la guerra fue que cerca de 50.000 bolivianos y 35.000 paraguayos murieron en el transcurso de la misma. De otro lado, los dos países contendientes hubieron de hacer frente desde el mismo alcance de la tregua a la crisis económica e institucional derivada de su participación en tan sangriento conflicto.

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martes, 8 de marzo de 2016

LA GUERRA ENTRE BOLIVIA Y PARAGUAY


La antigua controversia de límites entre Paraguay y Bolivia, que dio origen a diversas negociaciones, entre ellas, el Pacto Soler-Pinilla en 1907, por el que ambos países se comprometían a respetar el “Statu-Quo”, y las conferencias de Buenos Aires y Washington, en las que varias naciones americanas concertaron una mediación para tratar de resolver el pleito, constituía una amenaza constante y peligrosa para la paz del continente.

Se habían registrado en los últimos años frecuentes escaramuzas fronterizas que, si bien se resolvían después pacíficamente, lo eran por acuerdos que parecían constituir sólo una tregua, pues los incidentes volvían a repetirse.

La intervención de otros países de América procuraba también poner fin al diferencio, tratando de hallar la fórmula conciliatoria que terminara con la peligrosa tirantez. En el protocolo de abril de 1927 se había establecido la decisión arbitral del diferendo, y en Buenos Aires, el 12 de julio de 1928, se resolvió, con la firma de ambas partes, que el conflicto sería resuelto pacíficamente. No obstante todos esos convenios, los encuentros fronterizos se repetían con frecuencia.

Había entre ambos países un clima evidentemente bélico, que haría crisis en cualquier momento, con el peligro que entrañaba para la paz de todo el continente. Cualquiera de esos incidentes podía constituir la chispa que encendiera la hoguera, envolviendo en una sangrienta guerra a pueblos americanos. La situación era cada vez más crítica. Todas las gestiones de conciliación y los esfuerzos por dar una solución pacífica al largo diferendo, terminaban, indefectiblemente, en el fracaso. La crisis estaba cada vez más próxima, y la aceleró un suceso registrado en el fortín Vanguardia. Hubo acusaciones mutuas.

 El encargado de Negocios del Paraguay en La Paz era invitado a dejar Bolivia, y lo mismo ocurría con el ministro de Bolivia en Asunción, quien ese mismo día entregaba el archivo al ministro argentino y salía en lancha para Formosa con el fin de seguir luego viaje a Buenos Aires. De inmediato inició sus gestiones la Comisión Permanente de Montevideo, creada por el Tratado Gondra. Se procuró nuevamente la intervención de otros países, pero todo fue inútil. El 7 de diciembre de 1928, el gobierno paraguayo declara su propósito de acogerse al Pacto Gondra, provocando la reunión de la Comisión Investigadora a que el mismo se refiere. La crisis se consideraba inminente. Al día siguiente, es decir, el 8 de diciembre, se producía la ruptura de relaciones entre ambos países.

Hubo ofrecimiento de mediación por parte de varios países. Todo fue inútil. De hecho existía el estado de guerra. No se había declarado oficialmente el conflicto, pero los choques se hicieron más continuos durante el año siguiente. Corría sangre en los campos americanos. Todo el continente se esforzaba por poner fin al conflicto y evitar que la guerra sé declarara, en forma oficial y con sus naturales consecuencias. Los encuentros se sucedían y después de más de 2 años de ese estado de incertidumbre, en cuyo lapso se libraron numerosos combates entre patrullas de ambos países, la guerra comenzó el 15 de junio de 1932 con las batallas que tuvieron por escenario Pitiantuta.

La contienda se prolongó casi tres años, durante los cuales se registraron muchos y muy sangrientos combates que costaron numerosas vidas. Duras luchas se registraron en Herrera, Gondra, Nanawa, Campo Vía, Pampa Grande, el Carmen, Ballivián y otros muchos lugares. Ya declarada la guerra y en pleno desarrollo, el 3 de agosto se reunieron en Washington representantes de 19 países americanos que recordaron que no se reconocería arreglo territorial alguno que no fuera obtenido por medios pacíficos, ni la validez de las adquisiciones territoriales logradas mediante ocupación y conquista por la fuerza de las armas.

Por iniciativa de Argentina y Chile, se constituyó, un grupo mediador de naciones americanas, que integraron, además de los citados países, Estados Unidos, Perú, México y Brasil. La propuesta del grupo mediador, basada en la suspensión de las hostilidades y en el arreglo de la cuestión de límites por una Conferencia de Paz, fue aceptada por los beligerantes.
Con ello se dio término a la llamada “guerra del Chaco”, en 1935 que, virtualmente, se había iniciado a fines del año 1928.

Termina la Guerra: En el infierno verde del Chaco Boreal corre la sangre americana. Desde 1928 se ha velado en los legendarios fortines, aguardando el ataque, anticipándose a la sorpresa. Desde Asunción partieron decenas de barcos colmados de muchachos paraguayos, para regresar vacíos y ser cargados nuevamente.

Desde La Paz, la hermosa capital del altiplano, se puso en marcha una bizarra juventud en aquellos días de esperanzas, en instantes en que el amor a la patria hace ver el cielo más azul y más brillante el sol. Pero la guerra no es sólo eso. Tras las ventanas, hoy cerradas, desde las cuales caían ayer lluvias de flores, ahora hay alguien que espera o que llora. La guerra lo consume todo: hombres, materiales, dinero.

Los pueblos, empobrecidos, ya no miran con iguales ojos lo que miraban la víspera. Y ya no sólo son muchachos los que van al frente. Las sucesivas levas incluyen a hombres maduros que van dispuestos a. matar y a morir en la lucha.

Los presidentes de Argentina y otros países del continente asisten a la Conferencia Interamericana de Buenos Aires. Desde el Norte ha llegado Franklin Delano Roosevelt. Los pueblos miran con fe la labor de esos hombres para quienes el problema candente es uno solo: Hacer la paz.

Es un reclamo que no es posible desoír. Luego de varios años, tras superar una serie de dificultades, se constituye al fin, el 19 de julio de 1935, en Buenos Aires, la Conferencia de la Paz. Entre los inconvenientes con que se tropezó, tuvieron preponderante influencia las variaciones en el régimen de gobierno imperante en ambos países beligerantes, fluctuaciones que gravitaron en la política en parecida medida que lo hicieron en la opinión de los pueblos. Pero además existía una base firme: la impopularidad de la guerra y la sólida decisión americana de poner fin a las hostilidades. Varias cancillerías, en primer lugar la argentina, procuraron influir en Asunción y La Paz, abriendo, al fin, brechas en una posición irreductible. Hacia mediados de octubre se llegó a un acuerdo.


Fuente Consultada: LA RAZÓN 75 AÑOS – 1905-1980 Historia Viva – Año 1928


GUERRA DEL CHACO BOREAL

AMPLIACIÓN DEL TEMA
CRÓNICA DE LA ÉPOCA

NOTA DEL HISTORIADOR ROLANDO BEL
EL BICENTENARIO N° 7 PERÍODO 1930-1949

El recientemente iniciado conflicto del Chaco amenaza con convertirse en la más grande y sangrienta de las guerras acontecidas en nuestra América latina. Miles de soldados bolivianos y paraguayos se enfrentan en los cañadones chaqueños. Quizás, el principal factor de mortalidad no sea el ataque enemigo sino la malaria y la sed.

El área disputada, de una extensión aproximada de 455 mil kilómetros cuadrados, es una zona agreste y semidesértica, casi despoblada e inexplorada. Una de las regiones más inhóspitas del mundo para librar una guerra intensa.

¿Cómo explicar esta guerra fratricida entre dos de los países más pobres de nuestro continente, que además sufren una profunda crisis económica y social.

Para Bolivia, que ha perdido la salida al mar en la Guerra del Pacífico (1879-1883), el acceso al río Paraguay le permitiría, salir de su forzada mediterraneidad. También el descubrimiento de yacimientos petrolíferos en la pre-cordillera andina motiva el interés del gobierno boliviano, urgido de salir de su debacle económica y crisis sociopolítica. La compañía estadounidense Standard Oil tiene los derechos de explotación en la zona occidental del Chaco y se sospecha que la riqueza de los yacimientos se extiende hacia el Este. El problema es que esta región es controlada por los paraguayos y los derechos de exploración pertenecen a la compañía anglo-holandesa Royal Dutch Shell.

Los antecedentes de las tensiones en la región se remiten a la época colonial y si bien durante este siglo se firmaron varios tratados entre Paraguay y Bolivia, la mediación de otros países limítrofes sólo pudo evitar (o demorar) el conflicto armado, sin lograr una solución definitiva.

Bolivia, gobernada por Daniel Salamanca, nacionalista orgulloso y agresivo, cuenta con una población de tres millones en comparación con el millón de paraguayos. Además de una economía basada en ricas minas de plata y estaño, tres veces más grande que la economía paraguaya, sustentada casi exclusivamente en las exportaciones ganaderas y algodoneras.

Ante el avance masivo de las tropas bolivianas, más numerosas y equipadas, que implementan la estrategia de la ocupación extensiva del espacio, las brigadas paraguayas, más pequeñas pero dotadas con mejor espíritu de combate, han comenzado a implementar una resistencia casi guerrillera, atacando en los puntos más débiles, retirándose para volver a atacar. Estrategia de desgaste que ya comenzó a dar sus frutos.


http://historiaybiografias.com/guerra_chaco/

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